3.4. Cómo la ONU redefine la familia
No se puede negar la importancia que tiene la familia como unidad básica de la sociedad. Sin embargo, la Organización de Naciones Unidas (ONU) se ha dado a la tarea de redefinir la familia, con el objetivo de hacerla dependiente del Estado y de los programas de "planificación familiar" (= anticoncepción y aborto).
Según el artículo de Allan C. Carlson, "What's Wrong With the United Nations' Definition of 'Family'?" ("¿Cuál es el problema de la definición de 'familia' de la ONU?"), Alva Myrdal y su esposo Gunnar, peritos suecos en ciencias sociales y muy influyentes en la ONU durante los años 50, comenzaron, ya desde los años 30, muchos de los intentos contemporáneos por redefinir la familia. En lugar de atacar a la familia como institución, creían que era mejor redefinirla como una institución cambiante y evolutiva, para que así ésta estuviera en "armonía" con la realidad urbana e industrial del siglo XX. Según ellos, esta redefinición pondría fin a la identidad de la familia como unidad social autónoma enraizada en la religión y en la tradición, dándole un nuevo rol como parte de la "gran familia nacional" industrializada (1).
A la postre esta redefinición de la familia encajaría dentro de los propósitos de los que promueven el control de la población por medios inmorales, ya sea con la anticoncepción y el aborto, así como por medio del alejamiento de las mujeres de su hogar. En 1958 el sociólogo Richard L. Meier sostuvo que la mejor forma de alcanzar el control de la población era estableciendo el desempeño de roles gratificantes, en los cuales no fuese necesaria la paternidad, sino que más bien ésta fuese desalentada. "La estrategia más efectiva para aumentar el número de adultos estériles," dijo Meier, "sería la de desplazar a las mujeres a trabajos distantes que exijan viajar diariamente, de modo que imposibiliten la estabilidad del hogar" (2).
Conforme estas ideas se han ido convirtiendo en realidad, la ONU se ha encargado de decir que la definición tradicional de la familia ya no coincide con la realidad actual. El documento borrador de la Conferencia de El Cairo sobre Población y Desarrollo de septiembre de 1994, afirmaba que la "división tradicional, basada en el género, de funciones productivas y reproductivas dentro de la familia, con frecuencia no refleja las realidades y aspiraciones actuales" (3).
Pero en realidad lo que le ha estado ocurriendo a la familia en el mundo contemporáneo no constituye simplemente un cambio, sino un verdadero declive. David Popenoe, un sociólogo de la Universidad de Rutgers, indica que la familia en los EE.UU., y en el resto del mundo occidental también, está declinando en tres sentidos: 1- como una realidad demográfica: los hogares disminuyen en tamaño y duración; 2- como una presencia institucional: la familia está entregando sus funciones a entidades corporativas o del Estado; 3- como valor cultural: el valor de la vida familiar ha disminuido en comparación al "yo" y al "bien común" que reclama el Estado (4).
Carlson observa que estos cambios son el resultado de los esfuerzos deliberados por parte de algunos individuos y movimientos ideológicos para debilitar la familia, o inclusive para eliminarla. De este modo la persona se encuentra indefensa ante el Estado y dependiente de él (5).
Carlson también observa que si a la familia se le quita su responsabilidad y su control en relación con la educación, la escuela pública lamentablemente también puede contribuir a esta creciente dependencia de la familia en el Estado. El analista Norman Ryder afirmó en el Population Bulletin of the UN (Boletín de Población de la ONU) de 1983, que la educación masiva o universal "sirve" como agente moderno del Estado para "liberar" al individuo de sus obligaciones familiares. Según Ryder, la escuela pública también "sirve" como medio para comunicarle al niño la "moralidad del Estado" y una "mitología del Estado" que suplante las de la familia, así como la tradición y la fe centradas en la familia (6).
El ya mencionado documento de la ONU podría verse, según Carlson, como una continuación de esta agresión contra la familia, ya que no le prestó una atención especial a la institución del matrimonio, sino que, sospecha Carlson, lo consideró un obstáculo para la dependencia de la persona en el Estado (7).
Este rechazo hacia la familia explica, según Carlson, la constante atención que el documento le presta a la madre soltera, la cual, junto con su hijo, quedarían bajo el control del Estado. Éste a su vez regularía la maquinaria reproductiva femenina, de modo que estas mujeres podrían integrarse plenamente a lo que dicho documento describe como "la poderosa interacción sinergética entre buenos servicios de calidad de planificación familiar y otros programas para mejorar la salud materna y la del niño" (8). De esta manera y como afirma Carlson: "la ONU busca reemplazar la complementariedad natural entre el hombre y la mujer dentro del matrimonio, para reemplazarla con programas del gobierno [sobre todo de 'planificación familiar'] que hacen que el matrimonio y los padres de familia sean completamente innecesarios" (9).
Al manipular la definición de la familia, la ONU y otras entidades aliadas tienen carta blanca para llevar a cabo sus esfuerzos de ingeniería social.